viernes, 21 de diciembre de 2012

Enseñar



El día 27 de noviembre se celebró el día del Maestro. Hay muchos días en el calendario que se suelen conmemorar de forma especial, pero si tuviera que quedarme con uno, sería este. Todos hemos sido alumnos alguna vez ¿ y qué es un alumno sin su maestro ?
Maestro significa, el que enseña, el que guía y seguro que en nuestro trayecto como alumnos, ha habido alguien a quien hemos seguido y que nos ha dejado una huella imborrable en el corazón. Y cuando echamos la vista atrás y revivimos nuestro tiempo de estudiantes, aparece el recuerdo de esa persona que marcó nuestro camino y que, se quedó en nuestro interior. Por su sabiduría, sus enseñanzas y el modo de transmitirlas, dedicación, bondad, humanidad, porque el verdadero maestro nace no se hace.

Podría citar los nombres de muchos de los maestros que han pasado por mi etapa de alumna, pero por respeto y temor a que pueda olvidarme de alguno de ellos, sólo voy a nombrar a uno, Don Luís, mi maestro.
Fue maestro de maestros. La humildad y la bondad eran su cara más visible. La lección más importante para él era, aprender de los demás.
Me dio clase de Lengua en los tres últimos cursos de la antigua EGB, pero su recuerdo se ha quedado en mí para siempre, y seguramente en la de otros que también tuvieron la suerte de conocerle.

Como he mencionado al principio, esta entrada quiero dedicarla a todos los que pasan gran parte de su vida entregándose a sus alumnos, desviviéndose por ellos, trazándoles el camino a seguir, disfrutando de su vocación, en definitiva, enseñando.

Pero es, a dos maestros muy especiales para mí, a los que he querido reservar un espacio en Dos Segundos.
Ya sabéis que cada entrada termina con una receta y siempre de fondo, suena una melodía. En esta ocasión van a ser ellos los que pongan el toque culinario y la sintonía.
 La receta es para, mi querido J.M. alguien que ha dedicado toda la vida a sus niños (como él los ha llamado en ocasiones), jubilado pero maestro para siempre, porque, los maestros de verdad no dejan de serlo cuando terminan sus años de docencia.
 Hoy vamos a tomar un exquisito arroz con leche, que con seguridad será del gusto de un buen goloso.

El  encargado de poner ritmo hoy a Dos Segundos, es otro maestro con mayúsculas.
Persona muy especial," luminoso", como un día lo definió un alumno, debido a la gran luz que alberga en su alma y que transmite a los que están cerca de él. La bondad y la dulzura se hacen visibles en su persona.
Para él va a sonar una canción del legendario Bob Dylan , Things have change.
 
Tanto uno como otro, tienen los ingredientes esenciales para ser el ejemplo de lo que es un maestro, enseñan, guían, transmiten e iluminan, y sin duda alguna, se quedan en los corazones de los que se han cruzado en sus vidas y han tenido la suerte de ser sus alumnos.

¡No dejéis nunca esa luz, que alumbra el camino de aquellos a los que enseñáis !



Hoy he encontrado mis dos segundos cuando alguien me ha hablado de mis hijos, curiosamente, un maestro.


Arroz con leche

Ingredientes:

. 115 gr  de arroz (nunca de grano largo)
. 150 gr de azúcar.
. 1 ltr de leche.
. Corteza de limón o naranja
. Canela en rama.
. Canela molida.

En un cazo, ponemos la leche junto con las corteza (sin la piel blanca) de limón o de naranja.


Echamos el arroz y no dejamos de remover hasta que el arroz esté casi tierno. Entonces añadimos el azúcar y seguimos moviendo. Apartamos la rama de canela, para que no se parta y queden trocitos, así como las cáscaras de limón o naranja.
Cuando esté hecho, se reparte en cuencos y se deja enfriar. Una vez frío se espolvorea con canela molida y a la nevera.

Hay muchas formas de hacer el arroz con leche. Yo he elegido ésta que es la que siempre ví en casa. La única complicación de esta receta es el tiempo que se tarda en hacerlo ya que hay que remover constantemente para que el arroz no se pegue al fondo.