Cada cual, tendrá su motivo.
Dicho todo esto y siempre haciendo alusión a ese refrán de "No digas nunca de ese agua no beberé"... ¡¡¡Estoy apuntada a un gimnasio!!!
Mi motivo, actividades extraescolares. ¿Otro motivo? Un precio razonable.Así que teniéndome que tragar eso de ¿Yo en un gimnasio?, he preparado mi mochila, me he comprado ropa de gym y...
¡A sudar!
Lo primero que hay que hacer al entrar a un gimnasio es, aprender idiomas: Core Extrem, Body Combat, ,Sh`bam, Body Pump, Body Balance y un largo etc de Bodys.
El primer día me sentí como una hormiguita en un parque zoológico...
Pruebo el Body Combat y veo cuerpos esculturales, de chicos y chicas como recién sacados de una revista de modelos, y entro yo con mi metro cincuenta y poco y pienso...¿¿¿Pero qué pinto yo aquí???
Me sitúo al final del aula y observo.
Comienza la clase y a ritmo de música estridente, esa que mi amigo Luís llama música infernal, empiezan a hacer una coreografía con pasos de boxeo, y como si del mismísimo Rocky Balboa se tratara, comienzan a dar puñetazos a un contrincante imaginario, todo ello mezclado con patadas de kárate y de alguna otra arte marcial, incluso con algo de Capoira.
Empiezo a imitar a la monitora y a los alumnos aventajados que tengo delante.
Cuando ellos van a la derecha, yo lanzo puñetazo a la izquierda, cuando ellos dan patada a la izquierda, yo la doy al frente, sin darme cuenta, tengo un lío de brazos y de piernas que no sé como desliarlo. En otra cosa que me fijo, es en que todos los que ya tienen algo de experiencia, llevan guantes.
Casi al finalizar la clase, parece que he cogido más el ritmo y aunque más lenta que ellos, pero consigo coordinar movimientos. Me duele todo el cuerpo. Parece que todos los puñetazos lanzados al aire, han ido a mi metro cincuenta y poco y sigo pensando...¿¿¿Pero qué pinto yo aquí???
No solo salgo molida sino que salgo con sensación de ridículo, cuando la monitora me para y me dice que si he practicado antes esto. Me duele tanto el cuerpo que no me salen ni las palabras. Como puedo, le contesto que es mi primera vez ,a lo que ella con cara extrañada me dice que quien lo diría, que he coordinado perfectamente y he aguantado muy bien la dureza de la clase.
Ahora la que se queda desconcertada soy yo, miro para atrás por si no es a mí a quien se dirige, pero veo que no queda nadie detrás de mí...de hecho, no lo ha habido antes tampoco.
Y me voy con un subidón terrible...pero...¡¡¡si era un ovillo de lana mal liado!!!
Ahora ya no pienso en el dolor de mi cuerpo, ahora , pienso que tengo que ir a comprarme unos guantes como los que lleva todo el mundo.
En tan solo dos segundos, alguien me cambió mi modo de ver estos lugares.
Hoy el enlace de mi pensamiento con la receta debería ser algo saludable y bajo en calorías, por aquello del gimnasio.
Pues no, os voy a dar una receta de pizza casera de mi amiga Kika, que es lo que me apetece comer siempre que salgo del gimnasio...y me la como. Es mucho desgaste el que hago y hay que reponer fuerzas, que luego el día a día es muy duro, casi más que el gimnasio.
Ingredientes:
. Levadura.
. 50gr de aceite.
. Un vaso de agua.
. 400gr de harina de fuerza.
Elaboración:
Mezclar todos los ingredientes, amasar un buen rato y dejar reposar una media hora en un lugar templado.
Encender el horno a 180º o 200º, extender la masa en una bandeja de horno previamente untada con un poco de aceite y echar por encima tomate y queso mozzarella rallado.
A continuación poner los ingredientes a vuestro gusto.
Meter en el horno durante 20 ó 30 minutos.
Sí os voy a poner como música algo relajante, no todo van a ser estridencias y pasarse del límite.
Ederlezi de Dikandahttps://youtu.be/ep1PSG2rwzc?list=PLwd2sF9imyGkqOoOcRe3Nu9hZKVZQqf_R
Ahora os recomiendo que os sentéis tranquilamente y despues de haberos tomado un buen trozo de pizza, os hagáis una infusión, la que cada uno guste, incluso aquellos que no tienen problemas con el sueño, un buen café, y escuchéis detenidamente esta canción.
Despuès de una dura jornada los Dos Segundos me vienen al instante, por el correr diario, por la dureza de una clase de Body Combat, por un trozo de pizza que resucita a un muerto, por una taza de té de especias y la buena música de Dikanda.