jueves, 3 de enero de 2013

¡No lo puedo evitar!

Alumbrado Navidad - Carrera del Genil

Tres de noviembre, deambulo por los pasillos de un hipermercado haciendo las compras de rigor. Cual es mi sorpresa, cuando en uno de los pasillos centrales,  están colocando los artículos de Navidad. Entiéndase bolas, espumillones, árboles, figuritas para los belenes, todo un sinfín de elementos para que nuestros bolsillos empiecen a funcionar. En los pasillos colindantes, empiezan a montar los juguetes junto a restos de disfraces, que aún están calientes de la noche de Halloween. Yo, que como me dicen en casa, vivo en una Navidad permanente, ¡me empieza a dar por el cuerpo una alegría! que no puedo describir muy bien. En estos momentos he encontrado mis dos segundos.
Soy de las que, cuando veo estanterías cargada de artículos navideños, siempre busco el muñeco musical y bailón (Papá Noel, reno, osito, muñeco de nieve...) que al pulsarle en un botón de la mano o de la patita, baila y canta alguna canción navideña. Y sin reparo alguno, le pulso, pero no solo a uno sino que pongo en funcionamiento todos los que haya en las estanterías. Esto, bajo la atónita mirada de los que se encuentran a mi lado. ¡No lo puedo evitar!

Camino unos pasos y me encuentro a unos conocidos, nos paramos a saludarnos y me dicen: ¡qué asco! ya tenemos la Navidad encima.Yo no lo entiendo,¿qué asco?. Te pueden gustar o no estas fechas pero ¿qué te produzcan asco?
Sigo haciendo mis compras, y pienso "cada vez nos adelantan más la Navidad, ¡qué bien!". Avanzo unos metros y otro encuentro con otros conocidos, saludos, preguntamos mutuamente por las familias, despedida y comentario (de ellos) -vamos a salir por este lado del hipermercado, porque en la salida que nos vendría bien, ya está todo lo de Navidad, y nada más verlo se me revuelve el estómago.
Y sigo pensando ¡otros!, que son capaces de andar cargados con la compra un montón de metros más, por no pasar por el pasillo donde está  la Navidad. Bueno, cada uno tiene su opinión y es lo mismo de válida que cualquier otra.

Y sigo comprando...tercer encuentro, conversación amena hasta que llega la pregunta ¿has visto que ya están poniendo lo de Navidad? y sin darme opción a respuesta, sigue la conversación: Si pudiera, me dormiría el día 21 de diciembre y despertaría el 7 de enero, ya en rebajas. Nada más pensar en reuniones familiares, aguantar a mi cuñado y a mi suegra el día de Noche Buena, y si es el día de Navidad, ni te cuento. Este año toca con los míos, no soporto ni a mi hermano ni a sus hijos¡ porque mis padres viven todavía, pero el día que no estén...!

Ahí empiezo a desconectar, y pienso, en menos de media hora me he encontrado con personas distintas, no se conocen entre sí (por pensar que pudieran estar compinchados), y a todos, la Navidad lo menos que le produce es nausea ¿seré yo la equivocada?

Yo, que estoy deseando de volver al pasillo en cuestión y echarle el último vistazo antes de irme. Llegar a casa y cuando vea a mis hijos poder decirles con gran alegría ¡niños ya están poniendo" lo de Navidad "en las tiendas!
¡No lo puedo evitar!

Y no termina ahí. Desde ese día hasta el presente, no he encontrado a alguien que después de felicitarme las fechas en cuestión y desearme lo mejor para este año, me haya hecho un comentario distinto a los anteriores.
Y a mi, ¡no lo puedo evitar!, me gusta la Navidad.

Si vuelvo la vista atrás, quizás tenga más motivos para odiarla que para disfrutarla, pero.... elegí la segunda opción.
Mi casa empieza a parecer un museo a la Navidad desde el día 1 de diciembre hasta el día que empiezan los niños el colegio, que por arte de magia y con toda la pena del mundo, desaparece todo el decorado navideño.
En cada rincón hay un muñeco navideño. Estrellas colgadas en los pomos de las puertas, osos polares (pequeños) en las estanterías de los libros, casitas navideñas con luces iluminando un rincón del pasillo, el árbol en el salón y el tradicional Belén. Por supuesto, no faltan la zambomba y la pandereta . Toda una interminable colección de artículos, que sólo ven la luz en esta época del año (taza de desayuno, azucarero de Papá Noel, pijamas navideños, ropa interior navideña, jersey de renos y abetos en rojo y verde...) toman posesión de mi casa bajo la paciencia de algún miembro de la familia que como a muchos, estas fechas son una verdadera amenaza para su salud. Pero...¡no lo puedo evitar!

Me preparo una auténtica selección musical propicia para esta época, eso sí, casi siempre en tono de Jazz. Al mismo tiempo, otra variedad de películas navideñas que antes he elegido cuidadosamente, pasan a ser las protagonistas de la pantalla de mi televisor, entre las que no faltan cada año "Qué bello es vivir" y "Cuento de Navidad" en cualquiera de sus versiones.

Pienso con gran ilusión en el menú de los días grandes de estas Fiestas. Pregunto dónde nos vamos a reunir, propongo siempre mi casa (aunque pequeña para muchos, pero acogedora para todos). Me encantan esas reuniones en las que faltan sillas y terminamos comiendo en banquetas de cocina, de cuarto de baño, las sillas de los cuartos de los niños e incluso pidiéndole a los vecinos alguna que no vayan a utilizar. Quitamos algún mueble y lo llevamos a otra habitación para que podamos entrar todos en la misma estancia, pero al final de lo que se trata, que es de estar todos juntos, lo conseguimos.

Entre medias a estos días, están las actuaciones de los niños en los colegios. Prepara trajes, ensaya con ellos lo que tienen que decir, compagina todo esto con trabajo y asuntos familiares especiales, que el que más y el que menos los tenemos. Pero...¡no lo puedo evitar! me gusta la Navidad.

Y sigo pensando (dejando a un lado el tema de adornos, comida, compras, villancicos, etc) en lo triste que resulta, que el sentimiento desagradable que producen estas fechas en algunos, sea por el simple hecho de juntarse con los suyos durante unas cuantas horas para pasar, se supone, un buen rato.

Intentando comprender ese sentimiento de nausea a estas fechas, me pregunto si esa sensación vendrá por el hecho un poco obligado socialmente, de reunirse con la familia en estos días y no en otros, o por lo que conlleva la fiesta en sí (compras, regalos, gastos..)

Me faltan familiares, me faltan amigos, y como dije al principio, puedo tener más motivos para odiar que para gozar de la Navidad.
Mis amigos me dicen que pertenezco a una especie en vías de extinción. Quizás tengan razón pero...¡No lo puedo evitar!,me gusta la Navidad.

Desde Dos Segundos,¡¡ FELIZ NAVIDAD!!..


A veces unas sencillas palabras, son las que nos dan esos dos segundos tan necesarios para sentir que el alma se engrandece. Sólo tres palabras han sido los míos en estas fechas ¡encontrad los vuestros!



La música de hoy, acorde con las fechas, pero a elegir por los visitantes al blog.
Edward Scissorhands, Louis Armstrong, ¿Qué es?

La receta: un estupendo pudin de turrón, el cual fue elaborado por mi cuñada para la Noche Buena y degustado por el resto de la familia, ¡exquisito! y muy fácil.




Pudin de Turrón:

Ingredientes:
. 1 lt de leche
. 1 brick de nata de 200ml
. 2 sobres de flan "el mandarín"
. Una tableta de turrón blando
. 2 cucharadas de azúcar moreno

Elaboración

Se pone toda la leche menos una taza (en la que se disuelven los sobres de flan) junto con toda la nata al fuego. Añadimos la tableta de turrón desmenuzado y removemos constantemente. Cuando comience a hervir, echamos la taza con el resto de leche y el flan disuelto. Removemos un poco, echamos el azúcar y apartamos del fuego cuando se nos haya espesado.
Volcamos en un recipiente y dejamos enfriar, desmoldamos con cuidado y adornamos con lo que queramos (barquillos de galleta, alguna figurita de chocolate...).

*Si sois muy golosos, acompañad con nata. Nosotros nos lo comimos tal cual y ¡riquísimo!



4 comentarios:

  1. A mi me encanta la navidad....pero este año me da rabia porque la burra no da............mas......

    !dichosa crisis!

    este año hemos tenido que hacer regalos con amor.....de esos de tricotar.....jajjajaja

    unas cuantas bufandas hemos echo.......pareciamos mis hijas y yo.....una fabrica de produccion de bufandas........en una semana hemos hecho 5 o mas.......jajaajja

    con dos ovillitos de 100 grs........han salido muy chulitas........

    bueno........apuntare tu tarta........tiene que estar de cine..........un abrazooooooooooo

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    1. Muchas gracias por tu comentario.De la burra, ni te cuento, la pobre este año está en las guías. Pero con personas como tú ni se nota apenas.
      Sigue con ese arte que tienes que las faltas económicas con ingenio y corazón, ni se notan.Seguro que las bufandas han quedado chulis de verdad.
      Besitos

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  2. Precioso, sincero, original y emocionante lo que has escrito. “Somos lo que los demás quieren que seamos” (Efecto Pigmalión-Rosenthal-Jacobson): odio que alguien me diga “no te he felicitado porque como a ti no te gustan estas fiestas…”. Mentira. Es porque se han olvidado de uno. ¿Y esa coletilla repugnante que le dicen a los que se encuentran solos en las entrañables fiestas?: “Si te quieres venir a cenar aquí…” ¡Falsos! Saben demás que no lo vas a hacer por eso echan el órdago, para quedar agnificados ante sí mismos (para verse como corderos generosos y mansos). Quizás la clave de sentirse viejo es el rencor y la envidia, “pecados” poco productivos y que corroen como el vitriolo. Yo miro mucho a la gente, y en Navidades hay rostros de odio cuando bajan los ojos y los fijan en la bolsa dorada de elcorteinglés (aunque lleves dentro un bote de espuma de afeitar que no llega a dos euros su precio) que te cuelga de las manos. ¿Y la Iglesia y sus jolgorios litúrgicos con un papa viejo incapaz de meterse en un avión y ponerse de rodillas ante tanto tirano que masacra a tanta criatura día a día parando esa matanza? A mí me gusta mucho la Navidad (pero solo lo más listos saben porqué digo que no me gusta). Aquí, una sonrisa. Enhorabuena. [JM]

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    1. ¡Me encantan tus comentarios!Es cierto, hay mucha falsedad en estas fechas.Quizás la haya siempre pero es en estos días cuando más la vemos.Por aquello de querer ver el lado bueno del corazón hasta en aquellos que sabemos que no lo tienen.Cuando felicito a alguien por algo o por Navidad, lo hago de corazón, a pesar de encontrarme la mayoría de las veces con caras que parecen haber escuchado de mi boca un insulto.
      Desde aquí,otra sonrisa bien grande.

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