domingo, 30 de septiembre de 2012

¡Comenzar!

Autumnal 

Se empeñan en hacernos creer que el año comienza en enero, con aquello de las uvas, cuando al comenzar a comer la primera aún estamos en el año saliente y cuando llegamos a la decimosegunda  ya estamos en un nuevo año. Y no ha pasado nada excepto eso, que nos hemos comido doce uvas.

Pues bien, para mí el año comienza ahora, en septiembre, a la vuelta del verano, casi entrados en otoño o bien entrados ya.

Después de poner nuestro cuerpo a ralentí durante poco más de dos meses, hay que empezar a funcionar y a despertar. ¡Comenzar! Y cuesta, ¡vaya si cuesta!

Nos enfrentamos a una nueva estación del año en la que, aunque aún hay muchos días veraniegos, las horas de luz disminuyen, y eso ya empieza a fastidiarnos.
Hay que volver a la rutina, que por otro lado tampoco viene mal, prisas, falta de tiempo para todo lo que tenemos que hacer y todo esto hay que asimilarlo en pocas semanas después de una larga temporada de calma.

Pero no todo va a ser malo en el comienzo, también viene una estación en la que el campo se llena de luz y color con las distintas tonalidades de las hojas de los árboles, el color de la tierra, la luz del cielo e incluso esos días que se presentan con temperaturas veraniegas, nos pueden invitar a disfrutar de agradables paseos a la orilla del mar e incluso a gozar de algún baño en sus aguas aún templadas.

Siguiendo con el lado bueno del comienzo, la rutina puede ser también un beneficio: comidas y sueño a sus horas, organización, todo vuelve a su sitio. Y es que al final, te das cuenta, que somos animales de costumbres y rutina y que fuera de ella necesitamos volver a poner las cosas dónde estaban ¡Comenzar!

En esta etapa de cambio hay a quien el comienzo le cuesta más que a otros, por eso, es muy importante saber encontrar los dos segundos mínimos, paseando por el campo, por la ciudad, en la playa, en casa, en el trabajo... Solos o acompañados.

Hoy en Dos Segundos como música de fondo suena un tango: Por una cabeza, de Carlos Gardel. Lo he elegido porque, para mí,  tiene el tono melancólico que sugiere esta estación pero a la vez me transmite energía y una gran vitalidad proporcionándome esos dos segundos tan necesarios ahora. Y si sois de los que hacéis pinitos en el mundo del baile, no lo dudéis, este tango es una maravilla.

Como bocado placentero hoy tenemos algo acorde con la estación otoñal, Trufas de boniato y almendras.


Ingredientes

· Boniatos
· Almendras peladas
· Anís                                             
· Canela molida
· Coco rallado


Elaboración

- Asamos los boniatos durante 50 ó 60 minutos, cuidando que no queden demasiado blandos.
- Cuando estén asados, se pelan y se les quita las partes fibrosas que algunos tienen.
- En una bandeja de horno se ponen las almendras y se tuestan hasta que queden de color dorado (mucho cuidado que se queman muy pronto). Esto tarda poco tiempo.
- Una vez tostadas se pican pero, si no se quiere notar el grano de la almendra, al comer la trufa, moler hasta que quede una pasta.
- En un bol se echan los boniatos asados, la almendra picada, un chorrito de anís dulce (al gusto y opcional), azúcar (también al gusto porque el boniato ya es dulce) y canela molida.
- Se remueve todo hasta integrarlo y se deja reposar durante una hora .
- Por último vamos cogiendo porciones de esta masa y haciendo bolitas que pasamos por coco rallado o almendra picada.

Nota: esta receta está dedicada a mi suegra, que fue quien me la enseñó recordándola de su infancia.

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